“Acá nadie se va a animar a jugar, pero yo sí: yo juego a matar o morir”. La frase de Francisco de Narváez pareció adivinar el razonamiento de Hugo Moyano, su amable anfitrión, que de a poco y con un dejo de resignación comenzó a asumir la fragilidad de sus ilusiones de ver a Daniel Scioli o a Sergio Massa -a ambos, en un pico de éxtasis- convertidos en balas de plata contra Cristina de Kirchner.
De visita, durante la sigilosa estadía en las oficinas que el jefe de la CGT disidente ocupa en la Federación de Camioneros en el barrio de Constitución, De Narváez martilló en esa herida: dio como un hecho que ni el gobernador ni el alcalde de Tigre estarán en la lotería electoral de 2013 y, en paralelo, se presentó como la oferta anti-K con más posibilidades para la disputa que viene.
Secreto, el encuentro de anteayer se gestó en el Congreso, donde Facundo Moyano y Omar Plaini, dos diputados moyanistas, cohabitan con De Narváez y su operador: Gustavo Ferrari. Aunque forman parte de bloques distintos, el antagonismo con la Casa Rosada los fue acercando y puede, en el futuro, hasta fusionarlos.
A la mesa se sentaron, además, José “Pepe” Scioli y Jorge Mancini. Fue una charla de ablande y exploración. De Narváez cabalga sobre las encuestas que lo posicionan como el opositor con mayor intención de voto si los sondeos no incluyen a Massa o lo ubican como parte del dispositivo K.
De eso, al pasar, habló el visitante con Moyano cuando contó que una medición reciente en La Matanza muestra al tigrense con 21 puntos de intención de voto; con dos puntos menos -19- “aparecemos nosotros”, dijo De Narváez, que aprendió el lenguaje del plural y la integración, y en tercer lugar figura Alicia Kirchner con sólo 12 puntos.
El movimiento del vencedor de Néstor Kirchner en 2009 es más que un gesto. Revela, sobre todo, una conducta política al aceptar abrir el diálogo con un dirigente como Moyano, con quien tuvo cruces ásperos, y que entiende otro lenguaje: De Narváez opera desde su posición en las encuestas; Moyano lo hace desde la estructura que maneja. El dilema no resuelto es sobre cómo compatibilizar cotizaciones entre esas dos monedas de cambio.
En voz baja, el diputado reconoce que la tropa camionera puede ser una herramienta fundamental para fiscalizar la elección, pero, al mismo tiempo, conoce los inconvenientes de que Moyano, en persona, pretenda figurar como candidato. La charla del lunes, apenas germinal, fue la base para empezar a discutir esas rispideces ante la hipótesis de un pacto electoral.
En el pasado, Moyano y De Narváez no fueron amables entre sí. “A De Narváez le gano yo la interna del peronismo, porque el peronismo no puede caer en manos de un empresario fracasado”, dijo el camionero cuando el diputado pretendía pelear por el PJ bonaerense que, a su vez, retrucó: “A Moyano el sillón de Balestrini le queda grande”.
El jerarca sindical la siguió: “Sería lo último que podría pasarnos, que en el Consejo del peronismo aceptemos extranjeros”, dijo, a lo que De Narváez respondió: “Debería representar a los 4,5 millones de trabajadores en negro”, a la vez que pidió una “renovación del partido”. Moyano estalló: “¿Qué es la actualización? ¿Salir a hacer el papel de boludos como hacen ellos al ir a bailar a determinados lugares?”. La saga la cerró el diputado: “Un día (Moyano) me acusó de ser un peronista coqueto. Cuando se saque la barba, se va a notar que lo agarraron las avispas”.
El tiempo los pacificó. En septiembre de 2012, al cumplirse 39 años del asesinato de José Ignacio Rucci, compartieron un acto frente a Comodoro Py junto con José Manuel de La Sota y Gerónimo “Momo” Venegas. En enero último, De Narváez respaldó la propuesta del camionero de tener dos paritarias por año para enfrentar la inflación “real” que, coincidieron, llega al 30%.
El secretismo que rodeó el encuentro tiene el sello de la precaución, porque ninguno sabe el resultado de los contactos. En rigor, la cautela es amplia, porque en el ancho horizonte del peronismo disidente aparecen actores como Felipe Solá, Jesús Cariglino y el macrismo, entre otros, piezas nada fáciles de amalgamar.
Pícaros, De Narváez y Moyano presumen que un pacto dejará a los demás sin más chance que sumárseles o ser “funcionales” a Cristina de Kirchner.
Fuente: Ámbito Financiero